La pregunta clásica que se le hace al campeón olímpico es “¿cuál es el secreto de tu éxito?”A primera vista, uno podría creer que los ganadores son gente ambiciosa, dispuesta a sacrificarlo todo en el altar de la victoria. Competitivos, desalmados, intransigentes –seres que carecen completamente de piedad. Ególatras y tiranos, con una necesidad intrínseca de estar en un pedestal. Pero, mira, querido lector, ¡qué curioso! Al menos en los casos que he visto yo, es todo lo contrario
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