Publicado: 09 Jul 2015 | Última actualización: 09 Jul 2015
En mi país se dice que la fuerza está en la verdad.
Pero después de haber hablado con Ricardo Alarcón me pregunto si ese dicho
sigue teniendo vigencia. Él me demostró, con rigor, yo diría casi científico,
qué poderosa es la mentira. Cuando le pregunté hasta qué punto él consideraba
que el mundo occidental tiene conocimiento de lo que pasa, me respondió:
“¿francamente?”, como la pregunta que surge en forma espontánea en quien está
acostumbrado a que no se puede llamar a las cosas por su nombre. Después de que
yo asintiera con la cabeza continuó: “si algo caracteriza al mundo occidental
es la dificultad que tienen las personas de conocer la realidad tal como es”.
Es una sentencia seria y más que preocupante. Y, desgraciadamente, va mucho más
allá de una opinión personal. En el transcurso de la entrevista mi invitado
describió con pulcra claridad e intachable objetividad toda una vasta gama de
métodos con los que cuentan quienes defienden la mentira. A saber: 1- La vieja
y famosa afirmación: “una mentira dicha mil veces se hace realidad”. Una vez,
dos veces, cien veces: salió en el diario, lo dijeron en la tele, lo repite el
vecino..., son incluso las mismas palabras, los mismos argumentos. Es falso,
absolutamente falso, pero en determinado momento uno lo da por un hecho. 2- La
manipulación de la realidad: sacan una frase de contexto, le dan un nuevo tono
a otra, no aclaran un aspecto importante, no mencionan un hecho crucial… total:
una versión que no es literalmente una mentira, pero que no tiene nada que ver
con la verdad. 3- Una cosa es lo que se muestra y otra, muy distinta, es lo que
se hace. Es más que ilustrativo el ejemplo que citó mi invitado: una frase
textual de Eisenhower de un antiguo documento, parcialmente desclasificado, en
relación con la intervención norteamericana para apoyar al Gobierno de Batista:
“...que no se vea la mano de los EE. UU.” 4- Esconder parte de la verdad. Como
él bien dijo, cuando el tema de Haití “se puso de moda” nunca se habló de que
había allí miles de médicos cubanos brindando asistencia humanitaria. Y no es
que uno mienta al hablar de la ayuda que brindaron otros países, pero el cuadro
final queda distorsionado. 5- Promesas que nunca han de cumplirse. Alarcón
recordó la época en la que se hablaba de que el fin de la guerra fría
permitiría una disminución en la compra de armamentos que se vería reflejado en
la posibilidad de una mayor colaboración con los países más necesitados del
tercer mundo. La guerra fría terminó hace años, pero el Estado norteamericano
aumenta año a año sus gastos en armamentos. El dinero a los países pobres, como
era de esperar, nunca llegó. 6- Criterios ambiguos. Los medios de comunicación
de todo el mundo hablaron una y mil veces del terrible acto terrorista del 11
de septiembre, pero silenciaron el “caso de los cinco” que tuvo lugar en el
mismo país prácticamente en el mismo momento. 7- El absurdo. Volviendo al “caso
de los cinco”, la fiscalía de los EE. UU. condenó a cinco personas por luchar
contra grupos terroristas que operaban desde Florida contra Cuba,
sentenciándolos no sólo a cadena perpetua sino que, además —por las dudas—, a
“tener prohibido acercarse o visitar lugares específicos donde se sabe que
están o frecuentan individuos o grupos terroristas”. Textualmente. O sea, para
decirlo en otras palabras, “se les prohibió molestar a los terroristas que se
sabe que están”, si el Estado sabe que están ¡lo lógico sería detenerlos, no
prohibirles a otros que estorben! ¡Y eso está escrito en un documento oficial,
completamente legal! Si a tal nivel hay incongruencias de esta magnitud, que
pocas esperanzas le quedan a la razón... De hecho, Ricardo Alarcón no dijo nada
nuevo, nada que tú y yo no supiéramos ya. Pero impresiona por lo evidente que
ese “nada nuevo” se hace frente a argumentos tan detallados y justificados.
Tengo dudas de que la verdad siempre tenga fuerzas suficientes para prevalecer,
más aún, me preocupa otra pregunta: ¿alguien necesita la verdad o es que todos
prefieren la comodidad de las mentiras agradables?